martes, 21 de septiembre de 2021

Capítulo XI: De cuando «las Salesas» fueron tomando forma

Mientras esto sucedía en Lisboa, el convento de las Salesas iba «viento en popa a toda vela». Y si al principio lo hice pensando en mi jubilación (lo de enseñar a las niñas «con pedigrí» cantos y rezos era una noble excusa) luego pensé en porqué no poner ahí mi tumba. En la iglesia de Santa Bárbara. No era mala idea ¿Verdad? Porque os contaré: en El Escorial solo se entierran los reyes y reinas por derecho propio, o sea no las y los consortes. Y si hay allí algún consorte es porque ha sido madre o padre de rey, si no «na de na».

Os contaré en otra ocasión porqué  «Paco natillas», el marido de Isabel II, acabó allí. Pero a lo que iba: yo no era Reina de España, si no consorte, y muy a mi pesar, nunca fui madre de nadie. Con lo que me tenía que buscar un lugar «digno de una reina» para pasar la eternidad… ¿Y qué lugar mejor que en las Salesas?

Por cierto, la Parmesana vivió toda su vida amargada pensando que Fernando y yo íbamos a tener hijos y a relegar a los suyos en la sucesión del trono. Sin embargo, no todo era felicidad en nuestro matrimonio, había una espinita que nunca nos abandonó: no podíamos tener hijos dada la dificultad eyaculatoria de «mi churri». El Conde de La Marck (el que formuló la  primera teoría de la evolución biológica y acuñó para la posteridad el término «biología») decía de él: «hay en el Rey muchos resplandores, pero sin llamas para la generación».

Pues eso. «No teníamos llama para la generación». Os diré que los portugueses (siempre tan acertados ellos) culparon a Fernando de nuestra falta de «churumbeles». Sin embargo, los españoles siempre me culparon a mí,. ¿Y yo que hice? Pues … ¡aceptar pulpo como animal de compañía!

Por eso, y como os decía, me hice construir mi tumba en la Iglesia de Santa Bárbara en las Salesas. Justo al lado de la iglesia hice construir el convento destinado a las monjas y a la enseñanza de las niñas nobles. Pues siempre me ha preocupado mucho la educación de las mujeres: tiene que ser cristiana y acorde con nuestros tiempos, y bla, bla, bla.  Sabéis que en mi época era muy raro la educación de las niñas, yo personalmente siempre fui una «rara avis», aunque nunca volé.

¿Por qué lo hice bajo la advocación de la Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel? Porque a pesar de que mis confesores siempre fueron jesuitas a mí me gustaban los franciscanos. Y la orden de la Visitación de Santa María fue creada en Francia por la baronesa de Chantal (¡que glamour!) y promovida por San Francisco de Sales. Dicho sea de paso de «Sales» es de donde procede la advocación mariana y de donde recibe el nombre de «salesas». Al lado de la iglesia hice construir el convento, y al lado del convento un pequeño palacio para mí. O sea, todo al lado para no tener que andar mucho, llegado el caso.

Ya os he dicho que todos, menos mi Fernando, me criticaron por semejante gasto. Pero yo creo que 83 millones de reales estaban bien para tantos metros cuadrados y en la mitad de Madrid, nada en el extrarradio.

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