jueves, 23 de septiembre de 2021

Capítulo IX: De cuando empezaron mis «dudas existenciales»

Pero si os digo la verdad, aunque todo resultaba idílico, a mí me empezó a entrar una «duda existencial» grave. Paseando por Aranjuez, un día me dio por pensar, qué sería de mí, si Fernando muriera (Dios no lo quiera) antes que yo. 

Si el «intercambio de reinas» como lo llamó el benedictino Feijoo no fue un «plato de gusto» para mí y eso, que yo era la que salía «victoriosa», no me podía ni imaginar el «intercambio» al revés. Es decir, si Fernando moría, yo pasaría a un segundo plano y mi cuñado Carlos sería rey devolviéndole a la Parmesana todo el boato que se le había quitado. 

Uffffff…esto me tuvo una buena temporada sin dormir. Hasta que un buen día se me ocurrió que se podía construir un monasterio en condiciones, para que yo me retirara, llegado el caso.

Encargué que se hicieran varios proyectos y elegí el de Francisco Carlier, porque me aseguró tenerlo terminado en unos nueve años, tiempo breve para la época.

Y dicho y hecho. El 26 de junio de 1750 puse la primera piedra para que se empezara la construcción del Real Monasterio de la Visitación, conocido por todos como las Salesas. Bueno ahora mismo, en el año 2020, las Salesas es la sede del Tribunal Supremo pero os voy a contar un poco de su historia.

Los madrileños, nunca me quedó claro, no sé si me adoraban o me aborrecían. Supongo que hubo de todo. Sin embargo las coplas que me dedicaban, para mí, tenían muy poca gracia.

Bárbaro edificio
Bárbara renta
Bárbaro gasto
Bárbara reina
  
Un Real Monasterio no vale «cuatro reales» y una reina no puede vivir en una chabola, con lo que estaba totalmente justificado todo el gasto que supuso la construcción de mi retiro ¿No creéis? Sin embargo, a la Parmesana tampoco le gustó la construcción de las Salesas y yo creo que ella fue «la mano negra» detrás de las coplillas que corrieron por Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario