Mi Fernando tuvo uno de los reinados más prósperos y estables tanto a nivel militar como económico en la historia de los Borbones.
Su confesor, el jesuita Rávago, aseguraba que «se aflige con papeles largos», a modo de eufemismo para no llamar tonto de capirote a su regia figura.
El Marqués de Ensenada, el hombre fuerte del reinado, sabía que el rey, mi Fernando, se encendía en «peloteras» con las malas noticias, así que se limitaba a no dárselas o a ir con la solución ya prevista en el otro bolsillo para que Fernando se fuera a cazar, bailar o jugar cuanto antes.
Durante nuestro reinado se vivieron algunas de los más grandiosos espectáculos palaciegos, entre ellos la flota del Tajo, que asombró a Aranjuez con una armada en miniatura.
Divertir al rey, mi Fernando, era una cuestión de Estado.
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