… Si este Rey no tiene cura
¿a qué esperáis o qué hacéis?
Estos versos satíricos corrían como la pólvora por los
mentideros del Madrid de Fernando VI quien, tras fallecer su esposa Bárbara de
Braganza, deambulaba triste por los rincones del palacio. Abandonado
físicamente, sin higiene, con la camisa por fuera, con los ojos desencajados…
aullaba insomne como alma en pena y sus alaridos retumbaban por los pasillos,
bóvedas y crucerías… Era más un fantasma que un monarca. El Rey está triste ¿Qué le pasa al Rey?
Un equipo de médicos, coordinados por el renombrado doctor Andrés
Piquer, probaron todo tipo de medicinas de la época para curar al rey.
No lográndolo, decidieron emplear la “medicina natural”, a la desesperada:
Coral, opio, carne de serpiente, tierra sellada y gelatina de cuerno de ciervo, todo echado en la pócima y cocido a buen tiempo.
¿Poción mágica de las brujas
antiguas? No, mire usted. Se trata de la receta médica que finalmente le
aplicaron al rey Fernando VI dado su agravado cuadro depresivo (no dormía porque le aterraba no despertarse, aunque, paradójicamente, había intentado suicidarse
ahorcándose con las cuerdas de sus camisas). Lo que parece extraído de un libro de
pociones, hechizos y encantamientos, realmente eran productos que se guardaban
en los tarros de la Botica Real. Veamos sus propiedades:
El coral rojo: traído de nuestras provincias el ultramar caribeñas
era muy usado en el siglo XVIII para mejorar la circulación y equilibrar las
energías.
El opio: poderoso relajante tomado en tisanas o fumado. Con esto se
pretendía curar el insomnio del monarca
Carne de serpiente: La carne de serpiente impregnada en
su jugo, después deshidratada y machacada era ya muy usado en la medicina desde
los griegos. Se traía a España desde Nápoles (recuérdese que el rey de Nápoles
por aquel entonces era Carlos III, hermano de Fernando) aunque era fabricada en
Rodas. Este ingrediente solía ser un poderoso revitalizante celular (piel,
cabellos, uñas), así como un concentrado de proteínas y ciertas vitaminas.
Gelatina de cuerno de ciervo: Se decía que activaba el cerebro y
combatía la demencia. Eso sí, tenía que ser la gelatina concentrada en su punta
y no en la parte media de la asta.
Tierra sellada: Es ni más ni menos que la arcilla. Se decía que absorbía
las radiaciones nocivas y destruía células enfermas. Además, tenía propiedades
depurativas.
Finalmente, tras una larga batalla de más de un año luchando
contra la demencia del monarca que fue agravándose (llegaba a morder a la
gente), Fernando VI muere el 10 de agosto de 1759 a los 46 años de edad.
Bibliografía:
- Pedro Beltrán: Blog: efemeridespedrobeltran.com
- Ignacio Jáuregui-Lobera: Fernando VI y Bárbara de Braganza, una historia de amor. Instituto de Ciencias de la Conducta y Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
- DV (diarioveterinario.com)
- Es salud.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario