Las viandas de la Reina

La alimentación de la corte en el siglo XVIII se caracterizó por la introducción de un gusto diferente y nuevo. Desde el advenimiento al trono de Felipe V se impuso la cocina francesa, derivada del origen francés de la dinastía. 

Con Felipe V, la cocina francesa sería la cocina de la corte española durante todo su reinado y los de sus hijos. Hay que añadir la importancia de la influencia italiana, principalmente con Isabel de Farnesio, que gustaba de comer platos típicos de su país natal.

Sin embargo, entre tanto glamour y tanta comida francesa e italiana, no podía faltar de vez en cuando un plato burgalés y tradicional: "la olla podrida". Esta se servía dos veces por semana y también la víspera de la Pascua de Resurrección.

Doña Bárbara no era muy exigente a la hora de elegir sus platos favoritos, a pesar de que su figura se veía bastante voluminosa. Prueba de ello es su comida. He aquí el ejemplo:

Viandas de la Reina

Comida: Dos sopas, la una con una polla y la otra con dos pichones. Cuatro principios: un lomo de ternera, otro de fricandaux (o fricandon), otro de seis pichones, y otro de dos pollas rellenas. Un asado con tres pollas de cebo, un pollo y un pichón. Dos postres, una torta de crema y otro de pernil. Los mismos platos se servían para cenar. Precio: 540 reales diarios. 

En la Corte Real también se servía el cocido madrileño. Un plato calórico que surge para sobrellevar os inviernos pasa de ser comida de pobres (sus ingredientes son humildes) a servirse en las casas más pudientes. Se dice que una de las versiones es la "olla podrida", aunque otros estudiosos afirman que la olla procede de una receta sefardí, la "Adafina" que se comía durante el Shabat.

La cocina cortesana de la Monarquía española del siglo XVIII fue una cocina opulenta, refinada y cosmopolita, que respondía a los más elevados ideales gastronómicos. Esta era completamente diferente de la cocina cortesana de los Austrias, y de la cocina popular, aunque, como hemos visto, de esta última no tanto,